La mayoría de las personas se refiere a los cerrojos como pestillos o pasadores y estos productos fueron instaurados en millones de casas a través de una marca española. Tanto que, a día de hoy, al escuchar la palabra cerrojo nos viene enseguida a la cabeza una imagen de los típicos cerrojos de estilo rectangular que solían tener nuestros padres y abuelos en sus casas y ventanas para asegurar el cierre de las mismas. Puede que ahora se esté preguntando ¿Por qué hacen referencia a los cerrojos como si se tratase de instrumentos de cierre del pasado si yo aún los sigo utilizando? Tiene toda la razón pero aún así no queremos dar pistas así que le aconsejamos que siga leyendo…
Si buscamos en el diccionario de la RAE qué quiere decir cerrojo nos aparece esta definición: “barretas cilíndricas de hierro, con manija, por lo común en forma de T, que están sostenidas horizontalmente por dos armellas y entrando en otra o en un agujero dispuesto a tal efecto, cierran y ajustan la puerta o la ventana con el marco, o una con otra de las hojas, si la puerta es de dos” Aunque los cerrojos definidos académicamente quizás suenen un poco raros no son más que unas cerraduras en las que la pieza que sobresale y mantiene cerradas puertas y ventanas (el pasador), se puede accionar a través de una llave o botón, como veremos más adelante.
¿Sabe cuáles fueron los primeros cerrojos de los que se tiene constancia? Pues a ciencia cierta no se sabe cuál es la fecha exacta de la aparición de los cerrojos pero los primeros de los que se tiene constancia son los que se usaban en el antiguo Egipto. Estos cerrojos estaban fabricados en madera (el hierro, en la antigüedad estaba destinado a las clases pudientes), y uno de sus ejemplares fue encontrado en la antigua Siria, en las ruinas de Nínive. Hemos de añadir que este cerrojo tan añejo sorprende a cualquiera ya que responde perfectamente a un ejemplar del archiconocido cerrojo de cilindro moderno tanto en su apariencia como en su construcción.
Dando unos pasos en el tiempo llegamos a la Edad Media, en la que los cerrojos y cerraduras son una verdadera maravilla a nivel visual ya que los cerrajeros eran por aquel entonces artesanos y fabricaban cerrojos con relieves, perforaciones y ornamentos cuyos detalles son dignos de ser considerados obras de arte. Durante el Medievo parece que primaba la imagen visual de los cerrojos ya que no fue hasta finales del siglo XVIII cuando se empezaron a perfeccionar sus mecanismos para ofrecer mayor seguridad y fue entonces cuando la variedad empezó a ‘asomar la patita’ y vieron la luz ejemplares como los cerrojos de cilindro mejorados, los de palanca o los cerrojos que no necesitaban de llave para funcionar.
La verdadera universalización del uso de los cerrojos llegó de la mano de la Revolución Industrial ya que la producción de los mismos se empezó a hacer en serie, lo que conllevó un acceso mucho más fácil y asequible de la población al producto. Además, se empezaron a utilizar en la fabricación de cerrojos mayor variedad de materiales e incluso se mejoró el funcionamiento del producto haciendo que sus mecanismos fueran más complicados, lo que indudablemente significaba mayor seguridad para sus usuarios.
Y dando esta vez un paso que nos transporta a un tiempo mucho más cercano a nosotros a nivel histórico llegamos al siglo XX, donde resulta prácticamente imprescindible que hablemos de una empresa española cuyos cerrojos han marcado un antes y un después en nuestras vidas. Sí, estamos hablando de los cerrojos FAC, esos que tras su aparición se convirtieron en indispensables para reforzar la seguridad en los hogares de los españoles y aún a día de hoy se siguen instalando. Eso sí, ahora hay muchísimas más variantes que incluyen avances tecnológicos de última generación.
En la actualidad, los cerrojos que siguen en los primeros puestos de los más utilizados son los cerrojos de cilindro. Este tipo de cierre para puertas puede tener un cilindro en el que podemos encontrar un escudo que lleva la llave a nivel exterior y el cerrojo manual a nivel interior. También podemos encontrar cerrojos de doble cilindro que están formados por varios escudos que pueden llevar la llave tanto en la parte exterior como en la interior.
Antes de mencionar las novedades es justo que mencionemos a los cerrojos conocidos como llave-mariposa ya que también se suelen seguir utilizando bastante. ¿Por qué? Pues porque este tipo de cerrojos hacen posible una instalación de lo más variable ya que pueden ser adaptados en multitud de puntos diferentes de nuestras puertas. ¿Quiere saber cuáles son sus funciones? Pues en primer lugar tenemos que decir que los cerrojos llave-mariposa abren desde fuera al hacer girar la llave. Si queremos mantener la manilla exterior fija (en posición de cerrado), tenemos que pulsar o girar un botón que tienen en el interior y si, por el contrario queremos abrir, lo que hemos de hacer es girar el botón o hacer girar la llave media vuelta en el caso de que lleve.
Ahora sí que sí, es momento de hablar de las novedades que presentan los cerrojos en la actualidad y es que gracias a los avances tecnológicos podemos encontrar dispositivos de cierre económicos y muy sofisticados como, por ejemplo los cerrojos eléctricos que suelen estar construidos con una placa frontal de acero inoxidable y tienen un mecanismo de supresión de picos de tensión. Pueden ser usados tanto en puertas de una hoja como en puertas de dos hojas y le aseguramos que están sometidos a pruebas de fallos.
Otros tipos de cerrojo típico del siglo XXI son los cerrojos digitales o los de pantalla táctil. Los digitales, pese a que su nombre nos haga pensar en un manejo dificultoso, son muy fáciles de utilizar. Suelen tener unas baterías, teclado iluminado y una serie de códigos de usuario. Además, algunos de los modelos más modernos llevan incorporado un sistema de alarma que nos avisa cuando la batería está baja. Por otro lado, los cerrojos táctiles más modernos incluyen hasta una alarma que se activa cuando alguien intenta forzar o dañar la cerradura y un sensor de calor que se activa automáticamente en caso de incendios.